Algunas cámaras mortuorias de las pirámides hasta la casa de altos funcionarios. Ubicado dentro de estas estructuras de mamut fueron entierro habitaciones pequeñas. Había pasillos estrechos que llevaron a estas cámaras. Estas cámaras funerarias a menudo contenía tesoros como el jade.
LA LITERATURA MAYA EN LA ARQUITECTURA
El enano de Uxmal
Cuentan las antiguas leyendas mayas la historia de una vieja señora bien conocida en la selva por sus artes mágicas y su fealdad. A causa de ello, la mujer prefería vivir oculta entre la exuberante vegetación y los animales salvajes. Un buen día, la hechicera se encontró un huevo de tortuga abandonado en el camino hacia uno de los cenotes. Lo recogió y guardó en un nido improvisado dentro de su choza, con la esperanza de ver nacer a un hermoso animalito.
Días después, al ir a verificar el estado del huevo, la señora se quedó pasmada al encontrar, en lugar de una tortuga, un bebé alegre y regordete. Naturalmente, la hechicera decidió adoptar al niño, el cual fue creciendo como toda criatura normal.
Mas alrededor de los tres años de nacido, el desarrolló del pequeño se detuvo, con lo cual la madre constató la condición de enano de su hijo adoptivo. No obstante, el muchacho demostró poseer una asombrosa inteligencia y curiosidad
Precisamente fue su extrema viveza lo que condujo al niño a explorar la choza de su madre. Alzaba cuanta olla y vasija se hallaba a su alcance, hasta que, en cierta ocasión, debajo de un brasero, encontró unos extraños platillos de oro.
Al parecer se trataba de un címbalo, con el cual jugueteó el muchacho sin pensarlo dos veces. Como resultado, surgió del instrumento una poderosa vibración que cimbró toda la selva, incluyendo a la asustada ciudad de Uxmal.
Ante el inesperado sacudimiento, el rey de la célebre ciudad maya inquirió a sus sabios y consejeros sobre la causa del extraño suceso. Entonces, el más viejo del grupo le advirtió al monarca que el poderoso sonido escuchado simbolizaba el fin de su reinado, el cual debía ahora ser ejercido por quien hubiera provocado semejante música. Así, el gobernante pidió traer ante su presencia a la persona que accionó el címbalo.
El sorprendido rey recibió más tarde al enano, a quien decidió probar antes de dejarle el reino. De tal modo, el monarca le mostró al visitante una enorme árbol saturado de ricos frutos; luego le pidió que le dijera el número de ellos.
—Diez veces cien mil y dos veces sesenta y tres. Si no me crees, manda contarlos —contestó el sagaz enano
No hubo más remedio que aceptar la veracidad de la respuesta del muchacho, si bien el rey no se dio por satisfecho. Inmediatamente le propuso al enano una nueva y peligrosa prueba: el verdadero monarca debería resistir tres golpes en la cabeza y cien azotes antes de recibir el trono. Así, al día siguiente se dispuso todo para el suplicio, el cual no pudo resistir el antiguo gobernante. Pero el enano, gracias a las artes mágicas de su madre, salió airoso del castigo, quedándose con el mando de Uxmal.
Si bien al principio el enano demostró grandes dotes para gobernar, pronto expuso su verdadero carácter. Luego de mandar construir exquisitos palacios, su inmadurez lo llevó a cometer imperdonables errores, que eventualmente trajeron la ruina a la ciudad. Finalmente, el flamante rey falleció y se acabaron los problemas para la eterna Uxmal.